Conceptualmente es posible decir que la toma de decisión es consecuencia de un proceso para resolver un problema específico.
Proceso que comienza con la identificación o definición del problema, y continúa con recopilar datos, generar alternativas y seleccionar un curso de acción

Básicamente la toma de decisión es elegir entre varias alternativas de acciones, sabiendo que algunas consecuencias de nuestras decisiones son inciertas.
Para elegir un curso de acción debe existir un estado anterior donde evaluar alternativas de acción, si estas no existen no será posible la toma de decisión
En las empresas hay personas que en su forma de pensar procesan la información con lógica y racionalidad, otras en cambio lo hacen en forma creativa e intuitiva. A partir de ello una mala o buena elección del curso de acción puede llevar al éxito o fracaso en la resolución del problema.
El desafío es no caer en una falta de determinación, es decir en un estado de indecisión bloqueante que impida asumir los riegos que toda toma de decisión conlleva.
Identificar un problema puede considerarse como una actividad objetiva, o sea limitada a datos concretos basados en hechos. O como una actividad subjetiva sustentada en la opinión que se basa en la interpretación del problema a través de la experiencia. En una organización el trabajo en equipo permitirá aunar ambos criterios en búsqueda de la definición concreta del problema.
Definido el problema se pasa a la etapa de recopilación de datos. El grado de desconocimiento o falta de información está directamente vinculado al grado de incertidumbre o falta de certeza que se tiene respecto de algo.
Enunciamos como situación óptima para la toma de decisiones aquella en la cual se dispone de información veraz y completa que elimina factores de incertidumbre, asegurando certeza a través del pleno conocimiento.
Obviamente esta situación es ideal y aunque aspiramos a que el resultado de nuestras acciones esté basado en la certeza previa no desconocemos de cierta carga de incertidumbre que ellas conllevan pues son inherentes a las limitaciones del ser humano.
El nivel de riesgo que podamos asumir estará definido por el valor diferencial entre incertidumbre y certeza que estamos dispuestos a aceptar.
Hay que entender aquí como nivel de riesgo el resultado de cálculos precisos y racionales que seamos capaces de realizar a partir de información previa. Que nos permitirán trazar las alternativas de acciones con grado de incertidumbres acotadas.
Muchas veces la organización prefiere el “estado de confort”, situación conformista, antes de decidir un cambio por temor a asumir riesgos. Llevándola al estado de falta de determinación.
En el ámbito empresarial no siempre la toma de decisiones sigue un modelo racional donde las alternativas surgen de criterios explícitos, que fueron evaluadas con amplia información y pretenden maximizar los beneficios de la organización.
En algunas situaciones es necesario poner límites a la racionalidad. Construir modelos simplificados basados en las características esenciales del problema, hacer una búsqueda limitada de alternativas y seleccionar una alternativa que tal vez no sea la de excelencia.
Para minimizar los riesgos en la toma de decisiones empresariales es conveniente trabajar en equipo.
Si bien es cierto que, como en el deporte, los mejores equipos no consiguen hacerlo bien cada vez, si saben lo que es ganar más a menudo que sus oponentes.